
En la búsqueda incesante
de apagar esa sed indefinida
te sacias en ojos nuevos
y se reabren tus heridas
regadas con la sal de lágrimas invisibles
del sudor en la cama compartida
Te revuelcas en sangre y semen
para librarte del regusto amargo
de los sueños que no toman cuerpo
de las pequeñas tragedias
de puertas adentro
Y tras el olvido propiciado
por la ceguera del deseo
vuelves a la inmensidad desierta
de tu cuarto y tu lecho
donde entre las sábanas impregnadas
del olor de su cuerpo
vuelven la misma sed indefinida
la antigua soledad
como plomo en el silencio.
2 comentarios:
Una palabra, "enviagrador" ... Qué bueno es, sobre todo me encanta esa forma que tienes de transmitir.
Saludos.
juanito, no sé si te gustará que te llamen así, pero realmente enviagras, un placer leerte, voltios, desde las linde del sur.
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