
En esta tierra sedienta
que el verano agosta
como un milagro, un espejismo,
la semilla se protege esperanzada
Pero el dulce néctar no vuelve
y en el recuerdo de la primavera tardía
empieza a confundir lo vivido y lo soñado
El sol penetra persistente
y el maná de su corazón se evapora
a pesar del fino manto que la cubre
como quien pretende dejar atrás todos los miedos
tapándose apenas con la fina sábana.
Árida tierra donde el amor no arraiga.