CUANDO ME VEAS LLORAR


Cuando me veas llorar, piensa que es sólo
un exceso de sensibilidad mal regulada
una flaqueza infantil sin superar
una mirada innecesaria a la dureza
de la realidad diaria, de la estrechez pasada,
de la ilusión tramposa e improbable.
Es decir, nada, fruslerías, desajustes glandulares
un retraso importante en aceptar el mundo.

Cuando me veas llorar, no le des importancia.
El pasado pasó y el futuro está echado
que no te conmueva o siquiera moleste
esta forma engañosa de llamar la atención
pues no es ese el camino ni la forma
de enfrentarse a los tiempos

No le des importancia y si acaso, sonríe
si puedes entenderlo, con eso basta,
desajustes y glándulas, sólo eso,
y un exceso de sensibilidad del todo innecesario.


EL TIPPEX ES UNA CASCABEL


El tippex es una cascabel
que se agita en el aula de exámenes
un día de septiembre

Tu nuca sudorosa empapando tu pelo
que acaba en sugerente punta de flecha
señalando la humedad de tu espalda

Tu camiseta blanca delinea
apenas tu cintura y por delante
sale a respirar tu pecho

Inclinado sobre la hoja en blanco
la hoja que parece ofrecer tantas posibilidades
pero ninguna a ti, en la mañana aciaga.

sino que agitando el blanco envase
como criatura que se anuncia peligrosa y bella
te preparas para no escribir

En su lugar te ocupas del recuerdo pasajero
fruto del dormir poco y del calor excesivo
de una playa nocturna que rebozó tu cuerpo

sonidos de guitarras, tambores y maracas
y otro calor distinto que brotando de dentro
hacia palidecer al del verano ardiente

Pero ahora en el aula infinita
el bote blanco sólo evoca el vacío
de la vida que tienes por delante

Este otro desierto desnortado
sin chuletas, sin pautas que te indiquen por dónde
la claridad del día cegando tu horizonte

Lejanos los otros cascabeles, la música en la playa
Irremisibles el tiempo y la distancia
tus sentimientos ya sólo tibios como el otoño 



DEL DESEO FUTURO




No hay nada malo
en que arrojes tu objeto de deseo
delante tuyo, como palo de perro
un poco más allá de lo inmediato

que al tirarte a por él te impulse
huyendo del vacío de tu presente
a mantener la ilusión encendida
a redoblar tu placer al alcanzarlo

Pero no te acostumbres a situar
el placer siempre distante del ahora
externo, siempre lejos, siempre otro,
por mucho que te impela su distancia

Es fácil que termines despreciando
todo lo que al alcance de tu mano
ya tienes, y al cabo se te haga habitual

esa infelicidad que antes te propulsaba.