EN LA BÚSQUEDA INCESANTE


En la búsqueda incesante
de apagar esa sed indefinida
te sacias en ojos nuevos
y se reabren tus heridas
regadas con la sal de lágrimas invisibles
del sudor en la cama compartida

Te revuelcas en sangre y semen
para librarte del regusto amargo
de los sueños que no toman cuerpo
de las pequeñas tragedias
de puertas adentro

Y tras el olvido propiciado
por la ceguera del deseo
vuelves a la inmensidad desierta
de tu cuarto y tu lecho

donde entre las sábanas impregnadas
del olor de su cuerpo
vuelven la misma sed indefinida
la antigua soledad
como plomo en el silencio.