EN LA BÚSQUEDA INCESANTE


En la búsqueda incesante
de apagar esa sed indefinida
te sacias en ojos nuevos
y se reabren tus heridas
regadas con la sal de lágrimas invisibles
del sudor en la cama compartida

Te revuelcas en sangre y semen
para librarte del regusto amargo
de los sueños que no toman cuerpo
de las pequeñas tragedias
de puertas adentro

Y tras el olvido propiciado
por la ceguera del deseo
vuelves a la inmensidad desierta
de tu cuarto y tu lecho

donde entre las sábanas impregnadas
del olor de su cuerpo
vuelven la misma sed indefinida
la antigua soledad
como plomo en el silencio.

SALIMOS A LA TARDE


Salimos a la tarde con el alma al aire
prestos a caer victimas del hechizo de unos ojos cualquiera
dispuestos a convertir si se tercia lo que queda del día
en el hecho decisivo, el nuevo turning point,
el punto de inflexión que nos redefina

y entonces allí estás, por ejemplo tú
y de repente parece que resumes un ideal de belleza
y sutilmente consigo que me escuches
o quizás finjas,
o quizás ya estabas predispuesta

y yo te escucho a ti, e idealizo
cada faceta nueva de las que me abres tus velos,
y luego automatizo mis respuestas
mientras te observo, y me dejo enamorar del claro de tus ojos
de tu cintura al frió por debajo de la blusa,
de los pozos de tus mejillas

y me imagino extendiendo la mano
rozando con el dorso tus pómulos, tus labios
imagino estrecharte, imagino,
mientras tú me cuentas, me cuentas y me cuentas

hasta que la noche se termina,
y los horarios y los compromisos, y los derroteros
y el transporte público nos distancian.

Y al volver a casa la noche no huele a decisiva
Y parece que el alma se sienta derrotada,
más me llevo conmigo esta humilde magia,
la luz de tus ojos de ámbar me acompaña a la almohada.

A TU LADO APRENDÍ


A tu lado aprendí
tantas cosas nuevas
a peinarme en la ducha
a bajar la tapa
a conducir por la izquierda
a doblar las toallas
A tu lado aprendí
que el amor se acaba

COMO ESTATUAS


Como estatuas de sal
que no renuncian a girar la cabeza
y vuelven en la noche a la antigua encrucijada

Como estatuas de arena
que se van quedando sin aristas
sometidas al incesante viento contrario

Como estatuas
impasibles ante el derrumbe de los sueños
la imposibilidad de las sendas trazadas

Como estatuas
que ven pasar la vida por delante
y no logran siquiera seguirla con los ojos

Como estatuas
que contemplan impotentes el avance de las nubes
la erosión del tiempo

Como estatuas
inmovilizadas por el andamio de las reglas
por el peso de las traiciones y las trampas

Como estatuas
ante el desfile de los cuerpos
sin poder extender las manos y acariciar la piel

Como estatuas
ante la mascarada
incapaces los brazos de detener el mal

Así permanecemos
como estatuas

Como estatuas yacentes
que solo esperan ser arropadas y cubiertas para siempre
poe el lento polvo de los días.

EL MUNDO EN LA VENTANA


Aprender por fin que lo real no es cierto
Y que tus sueños te enseñan tanto como tus maestros
Y que es la gorra verde que oculta tu pelo
Lo que te hace tan bella a mis ojos en la mesa de al lado
Y que es porque lo ocultas, si bien solo en parte,
Y también por eso,
Y que te pintas las uñas rojas,
Para que contrasten con tus piernas de negro,
Y es que sentada frente a la ventana,
Eres tú en el escenario del mundo
De una calle concurrida en una tarde fría pero tan viva
De este tiempo que tomamos fraccionado
Como los recurrentes antibióticos del invierno
Y es tu ser desconocida,
Desconocida para mi, como también yo para tí
En el rabillo de tu ojo enmascarado,
Tu perfil que contemplo como un filtro y un marco
Al ver pasar la realidad o su reflejo en la luna del Starbucks
Y es tu injerencia en mi visión lo que varia su valor al alza
Como es el hecho de hallarme en el ensueño
El poso de la siesta demasiado larga,
De las noches febriles, con la calefacción alta,
Salir del caluroso desierto de mi cama
Entre reverberaciones y revelaciones de lo que nunca ha sido
Aunque quiera dejarme creer
Que esta lucha todavía puede tener algún sentido
Y así, en la ligera psicotropía que produce el sedimento
de tantas horas en torno a la comida y la bebida
Y las noches inmensas con que se celebra una vez más el solsticio
Quieres creer que hay algo que aprender
Y algo que aplicar y poner en práctica y un camino nuevo que recorrer
Y una forma nueva de hacer las cosas en el año flamante
Mientras que lo que te produce el mayor placer
No es la vigencia de la expectativa
Sino esa distorsión de la verdad y la esperanza
Que produce la vieja belleza filtrada por los cristales,
En torno al perfil de una desconocida,
Por la calle helada y a la vez palpitante,
Por tus zapatos fríos y tu mente como tus manos
Calientes y humeantes como el vaso de café.

¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR DE LA POESÍA?



Para Oscar Aguado

¿Qué se puede esperar de la poesía?
¿Acaso hacernos sonreir como a lactantes
ante la musiquilla fácil de la rima?
¿la sorpresa de una imagen nunca oída,
la reimpresión recreada de los sentimientos de siempre,
expuestos, si hay suerte, de otra manera?
¿la realidad retratada con un velo de mágia,
la historia lejana que nos saque del pasmo?
¿un fogonazo o aunque sea una luz del tamaño de un led
de belleza pasajera?
¿un remover deseos, un incitar a la búsqueda, un reabrir heridas?

¿Qué coño se puede esperar de la poesía
más allá de los tópicos que reflejan
el sentimiento pasajero de la adolescente enfebrecida,
la idea simpática, y qué más da si suena ajada o falsa,
el amor expresado en pareados simples, recurriendo a metáforas manidas?

¿Qué se puede esperar de la poesía
sino que de vez en cuando te toque en lo profundo,
logre expresar lo que tu mismo sientes,
lo que ni siquiera sabías que sentías?

Y hablo de plenitud y de placer y de conocimiento.

¿Y qué puede esperar el poeta?
el poeta, que visita los antros donde se sirven versos,
donde se late al ritmo de las palabras encadenadas
El poeta que se aburre ante el blablabla
ante la verborrea de peso atómico del vanidoso vate
a la caza de la instantánea admiración
del aplauso agradecido
del juicio rápido y sonriente de su público
que apenas recordará, sino el leve impacto,
la difusa sensación de lo escuchado,

¿Qué espera el poeta?
el poeta que se esconde
pues no se siente digno o no logra
fundirse en ese mismo espíritu de comunión verbal
¿o no se siente poeta, el poeta?
Él
el que arranca su cáscara a la mentira,
el que flagela el amor y lo expone
en toda su potencia, en todo su dolor,
Él
el que retuerce las imágenes
y las recrea jugosas y renovadamente frescas
El poeta, que conmueve y se conmueve
puesto que ha envuelto sus palabras
en su piel desgarrada,
con su sinceridad irreflexiva,
con sus ganas de llorar y de ser abrazado y consolado,
por mucho que su mal parezca irremediable mientras lo declama,
el poeta, que al cabo es arrastrado hasta el atril,
hasta la tarima del café
donde se desnuda y lée para tí, y dice, y siente,
y te hace comprender, o recordar, por fín
para qué coño sirve
qué se puede esperar de la poesía.